John Holloway
Hace poco alguien me
describió como un poeta. No entiendo por qué lo dijo, porque no escribo poesía
pero yo me sentía enormemente halagado, a pesar de saber que el lo entendía
como un insulto, o una descalificación. Lo entendía como descalificación porque
estaba diciendo que la teoría revolucionaria no se debe confundir con la
poesía. La poesía es peligrosa porque tiene que ver con un mundo bello pero
irreal, mientras que la teoría revolucionaria tiene que ver con el mundo real
de lucha dura. En este mundo real de lucha, hay que enfrentar lo feo con lo
feo, las armas con las armas, la brutalidad con la brutalidad.
No estoy de acuerdo con
este argumento. Al contrario, quiero proponer que la teoría y prácticas
revolucionarias tienen que ser poéticas o artísticas para ser revolucionarias,
y también que el arte tiene que ser revolucionario para ser arte.
Nada más, tomo como punto
de partida que todos sabemos que el capitalismo es una catástrofe para la
humanidad, y que si no logramos deshacernos de él, si no logramos cambiar el
mundo de forma radical, es muy posible que los humanos no vayamos a vivir
muchos años. Por eso hablo de revolución.
En un dicho famoso,
Adorno, dijo que después de Auschwitz ya no era posible escribir poesía. No
tenemos que regresar los sesenta años a Auschwitz para entender lo que quería
decir. Tenemos horrores suficientes a la mano, sobre todo en América Latina,
sobre todo en el mundo de hoy (Abu Ghraib, Guantánamo).En este mundo, pensar en
crear algo bello parece una falta terrible de sensibilidad, una burla casi de
aquellos que en este momento están siendo torturados, brutalizados, violados,
asesinados. ¿Cómo podemos escribir poesía o pintar cuadros o dar conferencias
cuando sabemos lo que está pasando alrededor de nosotros?
Pero ¿entonces qué? Lo feo
contra lo feo, la violencia contra la violencia, el poder contra el poder, todo
eso no es ninguna revolución.
Revolución, la transformación radical del
mundo no puede ser simétrica: si lo es, no hay ninguna transformación,
simplemente la reproducción de lo mismo con otras caras. La asimetría es la
clave del pensamiento y la práctica revolucionarios.
Si estamos luchando para
crear otra cosa, entonces nuestra lucha también tiene que ser otra cosa.
La asimetría es central
porque estamos luchando no contra un grupo de personas sino contra una forma de
hacer las cosas, una forma de organizar el mundo. El capital es una relación
social, una forma en que las personas se relacionan la una con la otra. El
capital es el enemigo, pero esto quiere decir que el enemigo es cierta forma de
relaciones sociales, una forma de organización basada en la supresión de
nuestra determinación de nuestro propio hacer, en la objetivación del sujeto,
en la explotación. Nuestra lucha por otro mundo tiene que significar que
estamos contraponiendo otras relaciones sociales a las que combatimos (…) Si
luchamos sobre el terreno del capital, perdemos aún si ganamos.
Pero; ¿qué es esta
asimetría, esta otredad que oponemos al capital?
En primer lugar, la
asimetría significa negación, si entendemos al capitalismo como un sistema de
mando, entonces estas desobediencias, estos intentos de hacer otra cosa, estos
haceres que van contra y más allá del trabajo abstracto se pueden entender como
grietas en el sistema. Es gente diciendo individual, colectiva o a veces
masivamente “No, no vamos a hacer lo que dicta el dinero, nosotros en este
momento, en este lugar, vamos a hacer lo que consideramos necesario o deseable,
y vamos q crear las relaciones sociales que queremos tener.” Estas grietas
pueden ser tan pequeñas que nadie las ve (la decisión de un pintor de dedicar
su vida a la pintura, sean lo que sean las consecuencias) o pueden ser más
grandes (la creación de una escuela rebelde o este coloquio, por ejemplo), o
pueden ser enormes (como la revuelta de los zapatista)
A pesar del hecho de que
se oponen a la lógica del mundo, estas grietas existen por todos lados, y
mientras más nos enfocamos en ellas, más nos damos cuenta de que el mundo está
lleno de grietas, grietas que corren, se expanden o se llenan; un mundo de
particularidades, en el cuál las grietas tienden a juntarse, aunque no tienden necesariamente
a la unidad.
Este mundo medio invisible
es un mundo de dolor pero no de sufrimiento. Es un mundo de dolor porque el
otro mundo, el mundo del trabajo abstracto, está sentado encima de él, lo
suprime y reprime. El mundo del trabajo abstracto es un mundo de dinero, de
cosas, de relaciones sociales reificadas, de la objetivación de los sujetos
humanos, objetivación hasta el punto de asesinato, violación y tortura., de una
aceptación y psividad. Pero nuestro
mundo es el mundo del sujeto que se niega a aceptar su objetivación, del
creador que lucha contra la negación de su creatividad. Nuestro dolor es el dolor que nos mueve a la acción.
Nuestro dolor es el dolor
de la dignidad.
Fuente: http://www.johnholloway.com.mx/2011/07/31/poesia-dignidad-y-revolucion/ Aquí hallarán el texto completo y original de donde fue tomado
vatinoquier
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